lunes, 10 de marzo de 2014

Había una vez, un balcón...

En el país del Sagrado Corazón, se ha vivido de historias y cuentos. Desde los confines de su memoria colectiva. Aunque pensándolo bien, eso es lo que menos tiene el país: memoria.
Grandes personas que en el maravilloso mundo de la literatura y todas sus expresiones, han llenado el corazón y el pecho, de orgullo. Un ejemplo, el nobel Gabriel Garcia Marquez. La duda es que estilo maneja él, porque mas que realismo mágico es como un realismo crudo y crónico... 

Pero si de cuentos hablamos, puede ser mas bien, eso de que el  ex alcalde de la nueva y reformada "Atenas Sudamericana" -por su increíble semejanza con las ruinas del magno imperio occidental forjado en la ciudad europea- el doctor, Samuel Moreno, guardó del dinero público algunos billetes para sus arcas. Pena debiera darles a quienes lo creen, y más aún, a quienes lo dijeron  para iniciar una investigación en su contra.¡No, más que pena, envidia! Él se encargó de ayudarle a jóvenes empresarios que estaban en busca del  sueño bogotano.

Y para cuenteros, no hay quien le gane a Gustavo Petro. Claro, ya quisiera Navarro Wolf tener la labia y el discurso del populista.  ¡Ja! Vocabulario y prosa para acercarse a todas las comunidades, sin importar que sean de esos lugares donde el agua llega con sed. ¡Es tremendo! ¡Ya no hay temor de Dios! Bien lo diría el Procurador Ordoñez, que él no castiga ni con palo ni con destitución. Esas historias de fantasía y utopía que lanza al aire desde el balcón, ¿pues quién se ha creído? No faltaba más.

Es preferible que se baje del balcón, vaya a esos lugares que no le envidian nada a las calles empolvadas de Macondo, para que las deje como deben estar: asfaltadas. Esas políticas de respeto por la vida no apuntan a ninguna parte. Lo importante en la capital del país es que tenga puentes, calles y edificios cada vez más grandes... Así se demoren 10 años en terminar cada puente.


Ejercicio - Columna de opinión.



No hay comentarios:

Publicar un comentario